Días 7 y 8: en las profundidades de la selva
Hoy madrugamos para salir de viaje a la Reserva de Conkuati. El Instituto Jane Goodall tiene allí varios campamentos base en diferentes zonas, una de ellas dedicada a la reintroducción de Mandriles. Hay una zona específica que el Instituto Jane Goodall que lleva años estudiando para convertirse en el futuro hogar de los chimpancés de la isla de Tchimzulu.Para llegar hay que viajar unas 3-4 horas en coche y otras 3 en barca.
La carretera está asfaltada durante la primera hora, después se convierte en una carretera de tierra que cada vez tiene más barro y el viaje se complica. Los coches que llevan son todo terreno, pero de los de verdad, y el personal del Instituto tiene mucha experiencia conduciendo por este tipo de terrenos. El viaje está siendo complicado, pero lo estamos disfrutando. Pasamos por los poblados de la zona lo que nos permite ver cómo es la vida en este país.
Cuando la carretera pasa a ser un camino entre la jungla comienza la aventura de conseguir llegar a destino. El primer inconveniente es un puente hundido que nos retuvo un tiempo hasta que encontramos unos troncos que nos permitieron no hundirnos en un lodazal. Seguimos con muchos inconvenientes nuestro trayecto, en ocasiones nos desviamos del camino a unos desvíos temporales que están haciendo para poder evitar tramos del camino intransitables.
Por fin llegamos a la entrada de la reserva, aún queda una hora para llegar al embarcadero. Ahora vamos a transitar por caminos cada vez más estrechos y en uno de ellos tenemos el segundo escollo importante, una pared vegetal que corta el camino por completo. A mí me pareció una “puerta”, ad hoc para entrar a la selva. Se rieron de mí, pero en la foto se ve claramente que la naturaleza había fabricado su propia puerta de entrada. En este caso tardamos un poco más en abrirnos paso para poder continuar, aún nos quedaba una hora hasta el embarcadero.
Al llegar al poblado más cercano al primer campamento que el Instituto Jane Goodall tiene en la Reserva de Conkuati piden hablar con Madame Rebeca. En principio parece que es un problema con un trabajador, pero no es así. Nos quieren enseñar sus condiciones de vida y nos piden ayuda. Se nos revolvió todo en nuestro interior y se nos quedó el cuerpo helado. Haremos una publicación específica sobre este tema que esperamos leáis porque merece toda vuestra atención.
Cuando llegamos al campamento hacemos una mini parada técnica para trasladar todo el equipaje a las barcas y tomar un tentempié para afrontar las horas de navegación. El viaje en barca es impresionante. Hicimos muchas fotos y vídeos que esperamos os haga haceros una idea de lo espectacular que es la naturaleza salvaje de la selva. Vimos serpientes, aves y monos durante el trayecto y también algunos consiguieron ver un manatí. No podíamos acabar el viaje sin enfrentarnos a otra barrera natural. Esta vez era un árbol atravesado en el río que tuvieron que retirar con una motosierra debido a su tamaño.
Ya estábamos cerca del destino, el campamento más lejano dentro de la reserva. Cuatro cabañas y una pagoda donde pusimos las tiendas de campaña. No hay nada como un intenso viaje y una riquísima cena hecha en un par de fogatas para dormir como lirones aun estando en medio de la selva.
Nos despertamos con la luz del día, aunque no mucha por la densidad de la vegetación, y los ruidos de los pájaros, desayunamos y nos pusimos en camino, que el día iba a ser largo. Lo primero era llegar hasta unas cámaras trampa que el ingeniero Enrique coloca estratégicamente para evaluar la fauna que habita o transita por esas zonas de la reserva. En alguna ocasión también han grabado a algún furtivo que se adentra en la selva en busca de cualquier animal que puedan vender como comida. Los preferidos son los chimpancés y los pangolines, que en este país están “íntegramente protegidos”.
Primero realizamos un trayecto en barca de una media hora y caminamos otros 40 minutos por la selva. Esa parte no fue fácil e incluso hubo alguna caída al agua sin mayores repercusiones que continuar empapada. La vuelta fue menos accidentada, y de nuevo nos montamos en las barcas para dirigirnos a la instalación que están terminando para la reintroducción de varios de los mandriles que están en Tchimpounga.
Rebeca revisa bien la instalación y analiza con María las mejoras que han de hacerse para que sea práctica. Pronto estará lista para su uso.
Llegamos al campamento base donde está el embarcadero donde dejamos los coches. Comemos algo rápido y antes de preparar la vuelta nos acercamos a ver un grupo de mandriles que llevan ya un mes viviendo en la reserva, y que según los guardas están muy adaptados al terreno y han conseguido alimentarse por su cuenta.
Esta vez el trayecto en barca es corto, llegamos a las instalaciones donde estuvieron a su llegada para aclimatarse y acostumbrarse a la zona. Nos explican cómo realizaron la reintroducción. Las instalaciones no se retiran, se mantienen y cuidan por si es necesario en algún momento curar o recuperar a alguno de los individuos por falta de adaptación.
Según los guardas están en la tercera zona de selva desde nuestra localización, así que nos pusimos a caminar unos cincuenta minutos a lo largo de zonas de selva y sabana, hasta llegar a la tercera zona.
Cuando el GPS empezó a avisar de que nos acercábamos nos avisaron y en seguida empezamos a ver cómo se acercaban a estudiar a los intrusos que entraban en su territorio. Nos explicaron cómo comportarnos ante ellos para evitar conflictos. La experiencia fue maravillosa, se acercaron mucho, les vimos como recogían frutos de árboles cercanos, como el macho defendía a las hembras en celo. Y lo mejor ver que todos estaban bien alimentados y que se habían adaptado estupendamente a su nuevo hogar. Qué maravilloso trabajo hace el Instituto Jane Goodall y todo su personal, es incredible.
Ese fue nuestro último trabajo antes de volver al campamento de Tchimpounga. El viaje es largo pero esta vez sin inconvenientes en el camino. Pasamos un día más preparando el viaje de vuelta y rumiando todo lo que habíamos aprendido en los días atrás.
Aún nos quedan cosas que contaros, la fuga de Yeyé entre otras, pero eso será otro día cuando lleguemos a España y recuperemos imágenes de las cámaras de fotos y vídeo que nos acompañaron en esta aventura.