Días en la Selva

El Quinto Día

Despertamos en las islas. Las vistas son increíbles, y la combinación entre el silencio urbano y el bullicio de la selva crean una sensación difícil de describir en palabras.

El campamento está frente a la isla Tchimzulu, río arriba está la isla de Tchibebe y caudal abajo la tercera isla Gombe.

Nos invitan a presenciar el momento del desayuno de los chimpancés. El procedimiento es similar al que vimos en la reserva Lesio-Louna con gorilas. Nos montamos en las barcas y nos vamos con la fruta. Esta vez los cuidadores llevan trajes de agua y pronto descubrimos por qué.

A diferencia de los gorilas, esta especie puede considerar un gesto de amenaza que se les lance la fruta, y por ello hay que dársela en la mano.

Además aunque los chimpancés no saben nadar, si pueden saltan a la barca. Por lo que la barca no se acerca demasiado a la orilla y son los cuidadores los que se aproximan nadando, y sin salir del agua le dan a cada chimpancé su ración de fruta en la mano.

Es impresionante ver cómo cada uno tiene un rostro completamente diferente. Se les puede reconocer a cada uno por el color de la piel, el pelo, los ojos, y por su personalidad.

Entre el grupo vemos a una chimpancé con un bebé de menos de un mes. Nos explican que no le ha funcionado el implante anticonceptivo. Asistimos al primer momento en que prueba la fruta por primera vez.

Observamos también a un chimpancé salvaje que se ha unido al grupo de la isla. Los salvajes y tienen miedo al humano y no se acerca a los cuidadores como el resto.

Nos acompaña otra barca en la que está Amy, una londinense consultora de gestión financiera de reservas naturales que está de visita para conocer el programa de Tchimpounga.

Volvemos al campamento, esta vez para desayunar nosotros antes de empezar a trabajar. Aprovechamos para visitar el campamento y a nuestros amigos los loro grises que ya están instalados esperando a aclimatarse durante una semana para ser liberados.

Hoy toca curar a Yeye que tiene un absceso que no termina de curar. Debe haber tenido una premonición porque justo esta mañana se ha escapado. Aquí “escaparse” no significa irse a la selva, sino meterse en el recinto de los humanos. Y eso es algo bastante peligroso. Generalmente están enfadados y pueden atacar. Por ello tenemos que ir a anestesiarlo y si es posible curarle el absceso y devolverle junto a sus compañeros.

El proceso de anestesia merece un capítulo a parte. Ha sido casi una película de terror, aunque con final feliz. Prometemos describir esta parte en detalle más adelante e incluiros hasta un vídeo del final.

Lo que sí os hemos dejado son las fotos de la cura y del “health check” que hacemos para el control rutinario de su estado.

Terminado el proceso vamos al laboratorio a finalizar los análisis, y ¡sorpresa!, Yeye tiene filariosis. Esta es una enfermedad bastante frecuente aquí. Os dejamos un vídeo para que podáis ver como se mueven estos parásitos entre los glóbulos rojos.

Regresamos de nuevo al campamento base de Tchimpounga. El viaje en barca esta vez es un poco más movido porque hay viento que genera bastantes olas en este inmenso río.

Al llegar a puerto no nos podemos resistir a comer en uno de los puestos locales con vistas al atardecer. La emoción y el no parar hacen que nuestros estómagos reclamen comida. Pedimos un pescado que cocinan dentro de hojas de mandioca. El sabor picante es absolutamente delicioso. Lo acompañamos de manioc y completamos una comida espectacular. Confesar ahora que el pez no era un pez como tal sino un “protopterido” o pez pulmonado, es decir una especie de pez anfibio. Hay cosas que es mejor no buscar en internet, mejor comer sin mirar porque estaba delicioso.

 


El Sexto Día

Diluvia, estamos en la época de lluvias pero hoy es el primer día que nos mojamos en horario de trabajo, así que esperamos un poco a que amaine para empezar la jornada.

Tenemos que hacer una redistribución de chimpancés. Benjamin, el más grande y dominante, va a ir con Lemba, y Chico y Junior se irán a la instalación de donde saldrá Benjamin, que estaba con otros chimpancés que también vienen de Angola.

La anestesia hay que hacerla de una en una y por separado, porque los chimpancés no pueden estar juntos mientras uno está despierto y el otro anestesiado. Por ello hacemos una programación de las anestesias y organizamos los movimientos de tal manera que al juntarse chico y junior en su nueva instalación ya estén los dos despiertos.

La verdad que a pesar de la complicación del procedimiento, todo se coordina de manera perfecta. Además, como siempre, se aprovecha para hacerles su chequeo de salud rutinario, lo que nos da la oportunidad de tomar muestras y aprender mucho más de esta especie.

Todo este proceso nos ocupa la mañana completa. Es sábado y nos dicen que el restaurante de la playa abre. No lo dudamos y nos vamos todos a comer allí. El paraje es impresionante: cabañas de madera, una de ellas con una barbacoa enorme, bancos, mesas y sombrillas también de madera, todo ello en la misma orilla de una playa salvaje larga. Tener la oportunidad de comer aquí lubinas a la brasa y banana frita, acompañado de unas cervezas enormes, es todo un privilegio.

Aquí pasamos el resto de la tarde con una preciosa luz de atardecer, charlando con Rebeca, Amy la consultora financiera y parte del equipo de Tchimpounga, Enrique y Silvia, los ingenieros de Medio Ambiente.

Una tarde de descanso que nos dio fuerza para la aventura que nos esperaba los siguientes días.