Aunque sea el ultimo dia...
Despues de 5 semanas, es hora de volver a casa
Trabajas duro, te levantas a las 6 de la mañana cada día, haces algo de deporte, desayunas banana (que también será parte de tu comida y de tu cena), te pones la camiseta menos sucia que tengas y marchas bajo el sol, implacable, sudando a jarras desde que dejas tu habitación con el ventilador trabajando como la máquinaria de un reloj, 24 horas. Cada paso sobre el asfalto cuesta un poco más que el anterior, un pavimento caliente, abrasador y te preguntas como tus chanclas pueden soportar día tras día ese golpeteo rítmico contra arena, tierra, barro y, por que no decirlo, mierda, mucha mierda. Y llegas al meeting point. Allí está la pickup de Soi Dog, con su parte de atrás enrejada, colocados hábilmente unos bancos de madera, hacen las veces de autobús para voluntarios cuando no carga una decena de perros que ladran insistentemente pidiendo una explicación de por qué están allí metidos, rumbo a un sitio que no conocen y que no saben si será peor que el anterior.
El viaje no es largo, unos 15minutos amenamente adornados con bandazos, baches, frenazos y algún sutil e inesperado pitido. Pero el viento golpea tu cara, llevándote olores y sonidos que te recuerdan dónde estás.
Y entonces llegas a ese pequeño remanso de paz, lleno de ladrillos desde que sale el sol, en la que todos visten de naranja y negro. El edificio mas nuevo es el hospital, pero los demás siguen guardando la compostura con dignidad a pesar del paso de los años.
Imprescindible descalzarse y tomar prestados uno de los cientos de pares de zuecos naranjas de uso exclusivo para pasar al hospital. Abrir la puerta es sumergirse en un ambiente artificialmente fresco, aderezado con algún tipo de ambientador frutal y música clásica como telón de fondo. Es otro mundo totalmente diferente al exterior, donde el calor del ambiente, húmedo y soleado se mezcla con el sudor de los voluntarios y los pelos y olor fuerte de los perros que pasean durante 8 horas sin descanso. No se saben bien quién pasea a quién.
Pero una vez dentro todo funciona como en cualquier otro sitio, donde tienes dudas, te equivocas, aciertas y le ganas la batalla a algún pequeño e insignificante pero mortal parásito o bacteria que te reta haciendole el mal a quien, para ti ahora mismo es el ser más importante del mundo. Tu paciente. Y lo es porque no hay nada más q el y solo el. No hay dueños, quizás un feeder o alimentador q echa algo de arroz en alguna esquina un par de días a la semana. Quizás seas la primera persona q se preocupa por ese perro. Bueno, la segunda. Alguien lo ha llevado hasta Soi Dog. Y ahora eres tú el que debe trabajar como no lo ha hecho nunca para devolverle a ese animal toda la esperanza y dignidad que algún otro humano le arrebató tiempo atrás.
A veces los animales odian a los veterinarios porque nos relacionan con dolor, pinchazos, todo muy estresante, montarse en el coche y acabar en una habitación alicatada donde solo huele a miedo. Pobres, es comprensible. Imaginaos ahora que piensa un perro que jamás ha estado en una casa, bajo un techo, quizás ni si quiera con un contacto humano agradable. Cuantas les habran dado un abrazo o un beso?
Por eso les pincho, les curo y les vendo las heridas, les arrancamos las garrapatas, les hacemos las perrerias necesarias y entonces, antes de entrar a la jaula de nuevo, les doy un beso y un abrazo a su cuerpecillo enclenque, sucio y lleno de bichos. No os negaré que a veces su respuesta es tan gélida y tan rígida que pienso si realmente ha sido algo placentero o un mal trago. Pero repetirlo todos los días tiene sus efectos, es un tratamiento a largo plazo. Al principio solo crea una leve tolerancia, oponiendo menos y menos resistencia cada día. Luego pasan al estadio de leve dependencia, en el que lo esperan pero disimulan. Vamos! Son street dogs, tienes que ser muy duro para sobrevivir en las calles de Tailandia, nada de mostrar debilidad.
A veces les puede la ternura, y son ellos los que apoyan su cabeza contra tu pecho o tus piernas, buscando consuelo.
Y al final, la total dependencia y necesidad de amor y cariño, de darlo y recibirlo. De mover la cola dando los buenos dias, las gracias, un "me alegro de verte hoy" con besos espontáneos y juegos remolones. El resultado de una increíble relación creada durante días y días de trabajo, no solo medico.
Algunos voluntarios llevan meses sentadose a un metro del mismo perro, ganando solo unos centimetros a la semana en su mínimo círculo de confianza.
Y por eso hoy, mi último día aqui, pondré todos los tratamientos que tengo que poner a todos los pacientes. Pero sobretodo voy a dar muchos besos y muchos abrazos a perros que quizás, digan por primera vez "Que estás haciendo? Que es esto?"