Relación de Asignaturas con los ODS

Presentación

En la búsqueda constante de contribuir al bienestar global y a la preservación del medio ambiente, la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid se complace en presentar este espacio digital que ha sido creado con el objetivo de visibilizar la conexión entre las asignaturas ofrecidas en nuestros programas de grado y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Los ODS son una iniciativa global impulsada por las Naciones Unidas para abordar los desafíos más apremiantes que enfrenta nuestro planeta. En el ámbito académico de la Facultad de Veterinaria, reconocemos la importancia de integrar estos objetivos en nuestra enseñanza para formar profesionales comprometidos con la sostenibilidad, la ética y la responsabilidad social.


Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)


La extrema pobreza global se redujo del 36% en 1990 al 10% en 2015, pero la COVID-19 amenaza con revertir décadas de progreso, aumentando la pobreza en hasta 500 millones de personas (8% de la población mundial). Actualmente, más de 700 millones (10% global) viven en extrema pobreza, con mayores desafíos en África subsahariana y áreas rurales. Además, el 8% de los trabajadores y sus familias enfrentan la pobreza, mientras que uno de cada cinco niños vive en estas condiciones. Garantizar la protección social es esencial para combatir la pobreza.

El número de personas afectadas por el hambre ha aumentado a cerca de 690 millones, representando el 8,9% de la población mundial. Si las tendencias actuales persisten, se proyecta que superará los 840 millones para 2030. Factores como conflictos, cambio climático y la pandemia de COVID-19 intensifican la crisis alimentaria. Se necesita una acción urgente para proporcionar alimentos y ayuda humanitaria, junto con un cambio sistémico hacia la producción alimentaria sostenible para enfrentar los desafíos futuros.

Garantizar una vida saludable es fundamental para el desarrollo sostenible. Aunque antes de la pandemia se lograron avances significativos en la esperanza de vida y la reducción de causas comunes de muerte, la COVID-19 ha desencadenado una crisis sanitaria global sin precedentes. Se necesitan esfuerzos continuos para erradicar enfermedades, mejorar sistemas de salud y prepararse para emergencias, como la pandemia, que destaca la importancia de la inversión en servicios públicos cruciales.

La educación es clave para la movilidad social y superar la pobreza. Aunque se avanzó en la última década, aproximadamente 260 millones de niños estaban fuera de la escuela en 2018, y más de la mitad no alcanza estándares mínimos en lectura y matemáticas. La pandemia de la COVID-19 ha cerrado temporalmente escuelas, afectando al 91% de los estudiantes y dejando a 1600 millones sin clases, amenazando los avances educativos globales.

La igualdad de género, esencial para un mundo pacífico y sostenible, ha experimentado avances, pero desafíos persisten. A pesar de mejoras en la educación y participación política de las mujeres, discriminación y violencia persisten. La COVID-19 agrava desigualdades, aumenta el trabajo no remunerado y expone a las mujeres en empleos informales a riesgos económicos. Además, la pandemia intensifica la violencia de género, especialmente la doméstica, con medidas de confinamiento que limitan el acceso a servicios.

A pesar de avances, miles de millones, principalmente en áreas rurales, carecen de acceso a agua potable y saneamiento. A nivel mundial, una de cada tres personas no tiene agua potable salubre, dos de cada cinco carecen de instalaciones para lavarse las manos y más de 673 millones practican la defecación al aire libre. La pandemia de la COVID-19 resalta la vital importancia de agua limpia, saneamiento y higiene para prevenir enfermedades. Sin embargo, la falta de acceso y fondos persiste.


El Objetivo 7 de energía sostenible muestra progresos, con mejoras en el acceso a la electricidad, eficiencia energética y uso de energía renovable en el sector eléctrico. Sin embargo, se requiere mayor atención para proporcionar acceso a combustibles de cocina seguros y expandir la energía renovable más allá de la electricidad, especialmente en el África subsahariana. El informe de progreso evalúa globalmente el avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.

El crecimiento económico inclusivo y sostenido mejora el bienestar y crea empleos. La COVID-19 ha generado una crisis económica global, con el FMI prediciendo una recesión similar o peor que la de 2009. La pérdida masiva de empleo pone en riesgo los medios de vida de la mitad de los trabajadores en todo el mundo. Además, la situación económica empeora el riesgo de ingresos estancados o reducidos en uno de cada cinco países, afectando a miles de millones de personas.

La industrialización inclusiva y sostenible, junto con la innovación e infraestructura, impulsa el empleo y los ingresos. A pesar de avances, los países menos desarrollados deben acelerar el desarrollo manufacturero y aumentar la inversión en investigación. La pandemia de COVID-19 afecta la industria manufacturera y perturba las cadenas de suministro. La inversión global en investigación y desarrollo ha aumentado, pero sigue siendo baja en regiones en desarrollo. La conectividad global ha mejorado, con el 96,5% de la población con al menos cobertura 2G en 2019.

Reducir desigualdades es clave para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Aunque hay indicios positivos, la COVID-19 intensifica las desigualdades, afectando principalmente a los pobres y vulnerables, exponiendo brechas económicas y débiles redes de seguridad social. La pandemia amenaza avances en igualdad de género y derechos de las mujeres. Las poblaciones vulnerables en países con sistemas de salud deficientes y en crisis humanitarias enfrentan crecientes desigualdades. Además, el discurso de odio hacia grupos vulnerables está en aumento.

La urbanización creciente, con más del 50% de la población mundial viviendo en ciudades desde 2007, se espera que alcance el 60% para 2030. Aunque las ciudades impulsan el 60% del PIB mundial, también generan el 70% de las emisiones de carbono y consumen más del 60% de los recursos. La rápida urbanización resulta en barrios pobres y servicios insuficientes, exacerbando la contaminación y el crecimiento descontrolado. La COVID-19 afecta de manera devastadora a áreas urbanas densas y empobrecidas, especialmente a mil millones de personas en asentamientos informales, donde el hacinamiento dificulta las medidas de distanciamiento social y autoaislamiento. La FAO advierte sobre el aumento del hambre y la mortalidad en estas zonas urbanas sin medidas adecuadas para garantizar el acceso a alimentos.

El consumo y la producción mundiales, motores de la economía, impactan negativamente en el medio ambiente. Aproximadamente, un tercio de la comida producida (1300 millones de toneladas) se desperdicia anualmente. Cambiar a bombillas eficientes ahorraría $120 mil millones al año. Si la población mundial llega a 9600 millones en 2050, se necesitarían tres planetas para mantener el actual estilo de vida. La COVID-19 ofrece la oportunidad de cambiar hacia un consumo y producción sostenibles, desvinculando el crecimiento económico de la degradación ambiental y promoviendo estilos de vida sostenibles.


En 2019, el segundo año más cálido registrado, y al concluir la década más calurosa, los niveles de CO2 y gases de efecto invernadero alcanzaron récords. El cambio climático afecta a todos los países, alterando economías y vidas con eventos meteorológicos extremos. Aunque las emisiones disminuyeron temporalmente en 2020 por la pandemia, se espera que aumenten tras la recuperación económica. Se insta a tomar medidas urgentes para abordar la pandemia y la emergencia climática, siguiendo los objetivos del Acuerdo de París.

El océano desempeña un papel crucial en la sostenibilidad de la Tierra, proporcionando lluvia, agua potable, alimentos y regulando el clima. Sin embargo, la contaminación y la acidificación costera amenazan la biodiversidad marina y afectan a las pesquerías. La gestión cuidadosa de este recurso esencial es crucial para un futuro sostenible, exigiendo la implementación efectiva de regulaciones que aborden la sobrepesca, la contaminación y la acidificación.

La pandemia de COVID-19 destaca la urgencia de abordar las amenazas a la vida silvestre y los ecosistemas. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advirtió en 2016 sobre el aumento de enfermedades zoonóticas, relacionando el 75% de nuevas enfermedades infecciosas en humanos con la salud de los ecosistemas. El PNUMA propone reconstruir mejor con base científica, políticas saludables y mayores inversiones verdes para gestionar desechos médicos, promover cambios transformadores y crear resiliencia económica y ambiental. La respuesta global incluye la Década para la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030) y la elaboración de un nuevo Marco mundial de diversidad biológica post-2020. La protección de la naturaleza se vuelve esencial para salvaguardar la humanidad en tiempos de crisis.

Los conflictos, la inseguridad y las instituciones débiles representan graves amenazas para el desarrollo sostenible. En 2018, más de 70 millones de personas huyeron de guerras y conflictos, la cifra más alta en 70 años. En 2019, se registraron 357 asesinatos y 30 desapariciones de defensores de derechos humanos. Además, uno de cada cuatro niños en el mundo no tiene su nacimiento registrado, privándolos de identidad legal y acceso a derechos y servicios sociales.

El logro de los ODS requiere asociaciones mundiales sólidas y cooperación inclusiva. La pandemia de COVID-19 ha afectado la economía mundial, exigiendo una cooperación internacional sólida para asegurar una reconstrucción efectiva y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente dado el descenso de la ayuda oficial para el desarrollo.


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